domingo, 1 de julio de 2012

Florencia Ricarda



Florencia Ricarda Bermúdez, conocida también como la callejera de piel blanca, siempre en medio del asomar del cielo y la cocina compartida de Gean Pierre Tilano, donde las sardinas saltan al paladar sasonadas por la tertulia picante y el afán intelectual.

Modesta cuando la bañan, sucia y rebelde cuando sale de paseo por los rincones de la la ventana, Florencia Ricarda se expone abierta a los comentarios perdidos de la ciudad y al dequehablar de los edificios. No cree en cuanto consejo sincero le regalan, ni se arruga ante ningùn matorral, su soberbia se agarra desde la raiz, suceso que dificilmente permite verla en paz y plena calma. Ella es en si, todo la compone, gorriones coquetos le cantan, le silban y el bostezo de la luz de la mañana le embeleca su buena reputación.



Ella no es una de nosotros, aunque dependa de nosotros sin notarlo, los humanos le parecemos necesarios, mas no una finalidad. Aprende a persuadir con facilidad, y nunca deja claro cuáles son sus intenciones verdaderas. No le interesa la verdad, sólo gusta de hablar con el sol, de quien parece se ha dejado dibujar varias sombras naranjas de alba entre sus flores.

Simulación de hija sin más pretensiones, indiferente ante tal denominación, controla el espacio y sabe manejar los tiempos, ella decide cuando es de noche y cuáles días son festivos. No se equivoca, pero tampoco enseña, discute pero no pelea, no pelea pero agrede.

Florencia Ricarda duerme, y no gusta de ser interrumpida. Ahora pernocta en medio de estos comentarios que la adornan en silencio.

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