sábado, 6 de julio de 2013

EPIFANÍA 607




A riesgo de vivir caminas y otras cosas más
sábado de hielos oscuros rasgan la piel
la rama, el bozal, la luz pública
el murmullo con gesto de hollín que baja por el rio.

No te encuentro en ninguna parte
y todos los lugares gritando cosas
hasta el vacío en su sólida presencia

Del corazón salen ardiendo preguntas agrias
que se van olvidando a cada paso que doy
y se amontonan en cada respiro.

La suerte de quien camina
es el riesgo de quien piensa
se derrite el color
te arrimas a las montañas
ya estás volando.


domingo, 4 de noviembre de 2012



AUTOFLAJELO, SONIDO Y MÁS ALLÁ





Sólo necesitas ser humano para que todo ocurra
Todos tienen miedo de sufrir
Cuando ayuda a escarbar sentimientos la tristeza
Tantos sentimientos encontrados para qué?
Para escapar de la vida plana
Es un juego perdido el bien
Llevo un morral de canciones a cuestas
Unos aretes grandes dorados que atrapan la mirada de los gatos

Si me deprimo me hundo
Solo las personas fuertes podrían buscar el dolor
Así que yo prefiero seguir sin detenerme a pensar en lo que me hace sufrir

No, yo sí necesito buscar sufrir
Para sacar tanta anemia mental
Me hundo hasta el límite
Lloro, me pellizco, me muerdo duro
Intentando encontrar nuevas conexiones
Que hagan caminar por la cáscara
Y no ahogarme en la yema

Sigo enfermo
Con las ideas agarradas en hilo fino
De repente todos los años
El inglés, el sonido, el francés y el alemán
Lagunas de piel en la corteza del adjetivo
Acento, zapatos y espejo.
Fiesta de hombres, de gente profunda
Verdadera atropología
Sin la decencia vacía
Con el color del movimiento libertario
Anárquica violencia encadenada
Bailando sobre su eje.

Gritos desmembrados llegan de cabezas abarrotadas
Gracias, thank you, merci, danke
Suena todos los instrumentos
Mueven los hombros el mundo
Caminan las nubes por el suelo
deslizan las paredes
endurecen los labios
Eres humano y eso lo implica todo
Sin permisos ni papeles
Es la oportunidad de ser el bien y el mal
El hielo y la lava
Quien escupe y ofrece la copa
Quien besa y después muerde
El que llora con sonrisas
Y le sabe salada la tristeza
Grita.



*foto: Diego Latorre, 1997. Pierre Noire sobre papel, 30×21

jueves, 13 de septiembre de 2012


Frío



Hace frío de ciénaga seca. 
A cambio de barro blando partido entre ramas apretadas, 
crece un frío gris solitario, 
alimentado de matices diversos, 
de todos los colores que, 
pintados por la ciudad, 
subsisten sin alma.

A pesar de la ausencia del escurrir de los riachuelos, 
del ruido de las ranas perdidas en el hueco del eco de la noche, 
el pensamiento reconstruye todo en un placebo hostil y mentiroso, 
tranquilizante como treinta y dos kilos de alucinógenos.

Se recuerda casi que sin imágenes, 
se recuerda con sólido tacto,
con sólidas vibraciones que tocan más allá del sonido.
Se vive para el recuerdo y se recuerda para morir. 
Se muere para que recuerden, 
se recuerda para nada.

Agua, tecla y voz, 
envueltas de melodrama caótico en la violencia del instante, 
en la tortura del segundo tirano.

Ojos que se cocinan en  líneas que aparecen amables 
y abrazan sin darse cuenta hasta el ahogo,
al borde del auxilio
donde la persistencia muere.

Algunas canciones recuerdan todos los niños que viven dentro de uno, 
los que juegan, 
los que miman,
los que diabluras no dejan de hacer. 
El que camina y siente el planeta en la planta de los pies 
el que simplemente yerra y no se juzga.

Se desliza el hombre por el reloj, 
agarrándose de olvidos, 
nadando con plantas,
inhalando vida, 
exhalando días, 
componiendo su gran obra musical, 
tectónica como el silencio.

domingo, 1 de julio de 2012

Florencia Ricarda



Florencia Ricarda Bermúdez, conocida también como la callejera de piel blanca, siempre en medio del asomar del cielo y la cocina compartida de Gean Pierre Tilano, donde las sardinas saltan al paladar sasonadas por la tertulia picante y el afán intelectual.

Modesta cuando la bañan, sucia y rebelde cuando sale de paseo por los rincones de la la ventana, Florencia Ricarda se expone abierta a los comentarios perdidos de la ciudad y al dequehablar de los edificios. No cree en cuanto consejo sincero le regalan, ni se arruga ante ningùn matorral, su soberbia se agarra desde la raiz, suceso que dificilmente permite verla en paz y plena calma. Ella es en si, todo la compone, gorriones coquetos le cantan, le silban y el bostezo de la luz de la mañana le embeleca su buena reputación.



Ella no es una de nosotros, aunque dependa de nosotros sin notarlo, los humanos le parecemos necesarios, mas no una finalidad. Aprende a persuadir con facilidad, y nunca deja claro cuáles son sus intenciones verdaderas. No le interesa la verdad, sólo gusta de hablar con el sol, de quien parece se ha dejado dibujar varias sombras naranjas de alba entre sus flores.

Simulación de hija sin más pretensiones, indiferente ante tal denominación, controla el espacio y sabe manejar los tiempos, ella decide cuando es de noche y cuáles días son festivos. No se equivoca, pero tampoco enseña, discute pero no pelea, no pelea pero agrede.

Florencia Ricarda duerme, y no gusta de ser interrumpida. Ahora pernocta en medio de estos comentarios que la adornan en silencio.

sábado, 31 de marzo de 2012

Cúcuta narrada desde el Heavy Rock




Una brisa de aplausos verdes me despiertan en una ciudad tranquila, donde aún es posible escuchar el suave ruido de la gente cuando camina y el sereno eco del pensamiento. Son árboles que madrugan y trasnochan en frente de mi casa en Cúcuta donde escuché por primera vez Ángeles del Infierno. Mientras unos cantaban villancicos y otros oían a Joaquín Sabina, nosotros hacíamos de nuestra grabadora un templo de guitarras desgarradas y metáforas grises.

Se trataba de una oportunidad en medio de la desinformación impuesta o del exceso de información impuesta. Ángeles del Infierno hizo posible pensar sintiendo cada palabra, haciendo sincera la vida y aliviando con honestidad la dura tarea de volcarse hacia lo desconocido. Íbamos sin rumbo pero resueltos, con la firme decisión del convencimiento de los sentidos y con el vértigo de las velas de un barco que todos quieren hundir.

El Heavy Metal europeo explotó en nuestros corazones mezclándose al calor de la ciudad, dándole sentido a las largas noches de caminar por barrios de casas amplias y aislando las voces tradicionales de la música predecible propias de un trópico acostumbrado a sonreír y a festejar pero no a ser honesto con el siempre peligroso territorio  de la íntima tristeza.

Esa fue la Cúcuta que caminé, la ciudad que murmura y entreteje leyendas urbanas que se resisten a silenciarse en medio de los gritos del exceso maleducado del dinero malganado. Siempre hay árboles hablando en esta “patria solar” que guardan las rutas y los sonidos de quienes somos los verdaderos dueños de la memoria del pavimento. El Heavy Rock impulsó la travesía de convertir el ensimismamiento en pensamiento crítico, agrietando las insípidas estructuras conservadas que no resistieron las boyantes fábricas delincuenciales que vendrían en años posteriores.

Hoy, a cientos de kilómetros de mi ciudad, tengo en mis manos la entrada para el concierto de Ángeles del Infierno, madrugué a escribir estos párrafos y a escucharlos… fue inevitable recordar lo que les cuento en estas líneas. Pienso después de todo, que la música guarda dentro del sonido una cantidad de interacciones químicas donde se mezclan sólidos tangibles que hacen posible la reconstrucción física de espacios y tiempos concretos, Cúcuta y mis primeros años como sujeto.

lunes, 20 de febrero de 2012

Vulnerable naturaleza, indomable cultura.



En principio el hombre era un ser de aprendizaje luchando contra la inclemencia de la imposibilidad de su propia fuerza, valiéndose de instrumentos primitivos para enfrentar las adversidades que imponía el mundo de facto, la naturaleza violenta del clima, la racionalidad de la sobrevivencia de las grandes bestias en el bosque, que por poco impiden el ascenso evolutivo del ser humano tal cual hoy nos conocemos. En ese proceso quedaron primos biológicos fuera de esta carrera, los Neandertales se extinguieron acaso alrededor de la última era glacial. La herramienta más  poderosa de las entonces primitivas hordas humanas era un cerebro en crecimiento que le permitió articular causas y efectos cada vez de mayor complejidad. La aparición de la cultura como un proceso de identificación y una prueba de la variedad de material genético que se transformaba a merced de la adaptación evolutiva, apareció en principio como un comportamiento útil, pero hasta ese entonces incapaz de transgredir orden establecido alguno.

Así entonces podemos comprender cómo verdades, que en un principio parecían impuestas irrefutablemente por la naturaleza, ahora se ponen en duda por expresiones culturales que van más allá de las barreras de lo establecido. Francois Jacob explica esto de la siguente manera: “En un sentido, pertenece a la naturaleza porque es una condición general de la cultura y por consecuente no hay que sorprenderse de verla depender de la naturaleza por su carácter formal, es decir la universalidad. Pero, en un sentido también, es ya la cultura, actuando e imponiendo su regla en el sentido de fenómenos que no dependen en primer lugar de ella”

La cultura, junto con sus progresos tecnológicos, que en últimas es evolución del conocimiento del hombre, lucha mano a mano por los límites de lo posible y habla ya el lenguaje de la universalidad, un lenguaje que sólo era impuesto por un mundo indomable, y que ahora se plantea debates de modestia para no sobrepasar la sobrevivencia de la ya vulnerable naturaleza.

Es éste, el súper poder de la voluntad humana, que por medio de sus expresiones culturales ha ido y regresado millones de veces hasta el límite septentrional de lo que conocemos como naturaleza. Saberlo nos ayuda a reconocer algunas falacias que pululan de cuando en cuando al escucharse, de voceros poco liberales, sugestivas verdades vestidas de legitimidad "natural" .

La cultura ha ganado la carrera por la universalidad y moldea la naturaleza desde el suspiro molecular hasta las caricias del espacio.

viernes, 14 de octubre de 2011

Imposibles


I wanted to find a way to reveal the inner landscape – to chart a graph of the heart.” – Martha Graham


Combatir imposibles es un escenario eterno 
con ejemplos a cantidad y éxitos escondidos.
Contender caprichosos ideales
legitima la tarea
¿cómo hacerlo?


¿ Manifestaciones del deseo?
¿El hampa en su versión corrosiva?


Huir como cobardes suele ser de valientes anónimos
¿Cuánta fuerza se necesita para admitir cobardía?
no menos que la necesaria para proclamar altivez.
No huyas de lo imposible si te destrozan el cuerpo
desaparece al ver que de tu alma queda poco.


Algunas cosas imposibles,
la paz
dádiva de la guerra en dedos del pensador aislado.
Amistad
la mejor familia por discrecionalidad.


Energía amorfa aquella fuerza imposible
de la nada hacia la nada
ubicado en el vacío entero por convicción 
elogio del dolor
repudio de lo exacto
conocer lo preciso para descartarlo.


En las coordenadas de la irreductibilidad del espíritu
nadando con las tortugas en el pavimento de las interrogaciones imposibles
donde lo imposible tiene rostro aproximado
al menos.


Virtuoso aquél que logre perdurar en la memoria de la humanidad
un parpadeo del universo.



domingo, 2 de octubre de 2011

Ni hoy ni mañana

                                                                                        Martha Graham

Ni hoy ni mañana es una expresión en la que pienso siempre que son las 12 de la noche o las cero horas, como otros prefieren decir. Es ése el momento en que escribo esta perspicacia nocturna. La idea de este artículo, adivinen cuál? ninguna parte.

La parte parietal de algún lado de mi cerebro me grita STOP! sintonizo una canción en la que hablan y silban en francés. Siempre he dicho que los franceses pueden no saber de nada, pero de arte saben mucho, y no lo digo yo, lo dicen mis oídos y mi piel, que piensan mejor que mis parietales no se que cosa.

Tengo dos vecinos que fuman marihuana todo el día, todos los días. Mientras yo llego de alguna monótona tienda de mercado minorista, llámese Olimpica, Carulla o la panadería "Rosita y sus delfines" los veo a ellos mandarse de una pendiente por todo el eje ambiental de Bogotá en su patineta, con ojos entre cerrados, no precisamente por el viento que los golpea en la cara. Llevan el pelo desordenado, el andar distraído y huelen a libertad a mucha libertad.

Hoy dediqué mi vida a algo que había olvidado estos últimos meses por estar pensando en la eficacia de todo. La belleza. El movimiento, el sonido suave, las minimalidades del detalle, el suspiro que aprieta, la ensoñación que presiona, la fatalidad del instante en el que se comprende todo a través de la humildad de la ignorancia.

Mañana a las 7 AM, cuando de golpe me despierte el sol hablándome en el idioma del aire, estaré arrepentido de haber escrito esta nota. Arrepentimiento que es natural, entre más cosas conocemos y entre más alejados de la ignorancia estamos, más tímidos nos volvemos, menos radicales, más respetuosos de las ideas de los demás, todo se somete a consideración y reconsideración. La humanidad hoy exige y necesita tanta tolerancia como una persona de carne y hueso no está en capacidad de dar. Sueño con un Ministerio que haga parte del Gobierno Nacional que emita Certificados de Tolerancia en vez de Resoluciones mudas que nacen viejas y resultan condenadas al ostracismo de la irrelevancia.

No me pregunten por qué puse a Martha Graham encabezando esta columna. Seguramente en un intento de imitar sus movimientos con mis palabras. Mírenla, es un movimiento poderoso, suave y revolucionario al mismo tiempo, hostil y sutil en varios. Resume todo lo que la posee en un movimiento preciso que le involucra la piel y el pensamiento. Fuerza y decisión, belleza y armonía. Ella es Martha Graham, yo soy José Fuentes. Ella baila y yo escribo, hacemos lo mismo. Ella se mueve y habla, escribe, clama. Yo escribo y describo.

domingo, 11 de septiembre de 2011


2002, un año de tantas tertulias y pocos homenajes

Hace mucho viento en Bogotá. Tanto como aquél que sacudía un par de árboles de almendrones en frente de mi casa en Cúcuta, hace ya un poco menos de 10 años. Pero no es el viento el que me hace recordar aquella calle llena de ruidos adolescentes, luces tenues y murciélagos hambrientos.
Es una noche oscura en día cualquiera, el viento fresco alienta los relojes, los adultos se duermen y Míguel Kogson, mi grabadora y yo ponemos a rodar un disco de UB40.
- Vea Miguel, anoche estuve trabajando en un poema que creo es el mejor que he escrito en toda mi vida.
- Muestre, léalo a ver que tal Julius.
- Pero Miguel, sea sincero, si le parece aburrido dígamelo. Yo espero poder haber expresado lo que sentí y creo que entre más escribo logro encontrar otros caminos, nuevas maneras, quiero escribir una novela…
-Pero muestre el poema que escribió a ver que tal.
- El poema se llama los versos más poderosos del mundo. Sabe Miguel, yo pienso en una revolución… una revolución que no necesariamente es política… yo creo que el arte puede tener una magnitud tal que en el futuro, si lo logramos dominar a la perfección, podría cambiar el mundo. ¿Se imagina? ¿un solo verso que tenga el poder absoluto de cambiar la voluntad de las personas de todo el planeta?
- Está muy ambiciosa la idea Jealous guy, tiene que escribir la novela de la que tanto habla, a lo Wilde … tiene que tomar los poderes de Dorian Gray. Nosotros hemos superado el nivel de las personas comunes y tenemos que utilizar todos los poderes. A mi papá le llegaron unos libros buenísimos de la colección del tiempo. Ya casi me termino de leer esa novela que le cuento pasa sobre un ex presidente de Panamá.
- Yo he pensado en que la novela debe tener unos 10 capítulos, y ya más o menos sé de que trata cada capítulo.
-intente que sean por lo menos unas 150 páginas. ?Es muy difícil?
-Sabe Miguel, yo quisiera que la novela que voy a escribir lleve en la portada un dibujo suyo, no deje de dibujar, cuanto quisiera yo poder hacerlo, pero mis manos son amotras y créame que lo he intentado pero todas mis líneas son torpes y es lamentable.
- hace mucho tiempo no dibujo ni mierda julius, esas eran otras épocas.
-¿Qué hizo el dibujo ese de la mano aplastándole la cabeza al muñeco ese?
- Jajaja. Ese está en el cuaderno de Biología de noveno.
-¿El de la carenuche?
(…)
Las conversaciones en ese paisaje con Miguel son incontables en cantidad y desestimables por su profundidad. Ese fue tal vez mi primer escenario para mis poemas, con quienes estaba muy ilusionado, influenciado por la gracia de Óscar Wilde que a una edad muy corta me enseñó a creer en la importancia del arte por sí mismo y a emprender la búsqueda de la armonía, la sabiduría y una disciplina que en principio no representaba ningún compromiso y que por el contrario brotaba de una envidiable naturalidad.
Eran los tiempos en los que no sentía el miedo postmoderno del fracaso, donde no había profesiones ni salarios, donde el futuro era ahí mismo. Para ese entonces mis manos narraron unas líneas que jamás pude igualar, porque mis dedos se movían con la impaciencia de un orgasmo invocado por primera vez. Puros eran los ruidos, nobles y pulcros los aplausos, sinceras las palabras, desinteresadas las condescendencias.
Hay tantas cosas de las que sería magnífico escribir de aquellas noches de tertulias. Pero son tantas las cosas de las que aún, diez años después no se pueden hablar. Tal vez para antes de morir, cuando muchos personajes que se cruzaron en nuestras vidas estén fuera del escenario, sacaré mi pluma con las manos arrugadas y escribiré con tanta sinceridad sobre aquellos tiempos en los que hoy pienso pasó el milagro de la gestación de la altivez, que nos llevarían más adelante a recorrer el mundo de tantas ideas y de relevar de nuestros padres este pedazo de mundo lleno de hostilidades.

martes, 19 de abril de 2011


Entrevista a mí mismo

José periodista: Para comenzar, es apropiado preguntar sobre su iniciativa de hacerse una autoentrevista….

José Fuentes: Bueno, es sencillo, como nadie me pregunta nada, y creo que tengo varias preguntas que responder, decidí hacerlo por mi propia cuenta.

Jp: Después de tanto José, ¿en qué etapa de la vida cree que se encuentra?

JF: Me gustaría que me reconocieran como un Ex-Existencialista vegano postconstructivista boreal.

Jp: Bien, José, con todo respeto, y sin ánimo de lastimar sus creencias… usted vegano nunca ha sido, ¡ni siquiera vegetariano! Y además, el postcontructivismo boreal no existe, vaya usted a saber. Y bueno, digamos que lo de Ex_existencialista si se lo puedo creer…

JF: Señor periodista, déjeme recordarle que sólo yo sé sobre mi propia vida y ¡que mas da ! ya que mi dios agnóstico no me dió el don de pintar como John Singer Sargent, ni de tocar la guitarra como Adrian Smith, ni de ser tan exitoso con las mujeres como Ron Jeremy, me tocó aprender a decir maricadas...

Jp: Eso de alguna manera tiene sentido, pero lo que si no tiene una correcta explicación para mucha gente es el por qué decidió hacer una Maestría en Economía.

JF: Porque quiero salvar al mundo.

Jp: ¿Salvar al mundo? ¿De qué?

JF: De ese totalitarismo de Estado al que llaman comunismo y de ese ausentismo de Estado al que llaman capitalismo.

Jp: Bien señor José, quiero decir, recuerde que usted es sólo un ciudadano, en consecuencia, enfrentarse a la burguesía capitalista de este país es un peligro latente y confrontar el comunismo de este país es declararle la guerra al Hippie burguesismo.

JF: ¿Me está tomando usted del pelo?

Jp: ¿por qué lo dice señor?

JF: ¿que el hippie burguesismo qué?... ¿de qué demonios me habla?

Jp: Bueno, para nadie debe ser un secreto que los abanderados líderes del comunismo en este país gozan de los mismos privilegios académicos y comodidades culinarias de la clase burguesa. Es decir estudian en Europa, viven en rosal…

JF: Pero como se atreve usted… ¿trabaja usted para William Brownfield? ¡Lacayo plutarca! Confiéselo, ¿es usted quien plancha las corbatas a William Brownfield?

Jp: No me maltrate usted señor, yo solo vine a hacerle una entrevista, que usted mismo solicitó, en este caso, yo también solicité, es decir, solo nosotros sabemos la intención de estas preguntas y respuestas.

lunes, 4 de abril de 2011

Del demonio y otros amores.

Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

De todas las debilidades más peligrosas del ser humano, la más desdeñosa resulta ser enamorarse, tema trillado que ha sido trabajado por la gente más brillante a la más pueril. Sus operaciones de ataque están en todo el cuerpo, incluye huesos, sangre, memoria, genitales, cultura, cerebro y uñas. Presiento ser un hombre que aunque poco o nada tengo, procuro mantenerlo todo bajo control, que nada salga mal, aprendiendo un poco de aquí y de allá. Así soy, así como a otros no les importa nada, yo tengo el problema de que me importa casi todo.

Mientras tengo delirios de individualidad, no tengo problema en afrontar equivocaciones que sean causa de mis metidas de pata, ni tampoco dificultad en disfrutar de cuanto éxito mediático resulte. Soy de roble blindado, fuerte, cruel, en dirección ininterrumpida, no hay puntos débiles, soy una ametralladora M249 SAW en manos de de un soldado vengativo y con mirada de odio y sudor, tengo la eficaz frialdad de un Lamy firmando Decretos, soy el asesor jurídico de Dios.

Enamorarse es una pandemia, donde todos se hacen daño con todos, y el que se hacía daño contigo, se está haciendo daño con otro, una carnicería de miedos e intolerancias. Entiéndase por daño lo que a su merced prefiera, sea extrañar, desear sin poder, o restringirse por placer. En consecuencia con mis argumentos, el sentido del enamorarse, tal cual lo entiendo yo (el de los síntomas en la mirada con dolor en la región vertebral, presión de tórax y alma inflamada) es una enfermedad del poder, el amor es un virus de la autonomía y la voluntad. El amor no debería existir, no vale la pena vivir de cualquier forma, estar enamorado te destina a perder el control de todo. Vean aquí un psicorrígido perdiendo las riendas de su propia vida.


* Texto creado para Daniela Suárez Medina a finales del año 2009

sábado, 26 de febrero de 2011

Discusión en la mesa

Cuatro cubiertos de mesa discutían con tanta propiedad sobre la situación del clima en la ciudad, que el comensal, apenado de interrumpir e interesado por escuchar argumentos elaborados, decidió, después de todo, que esa noche no era tan importante cenar. Cayó en cuenta de inmediato de su necesidad de escuchar gente importante e inclinándose hacia atrás con delicada sutileza, observó a los panelistas quienes comenzaban a tomar formas radicales a la vez que tenían posturas más refinadas en su discusión.

Por ejemplo la cuchara, estirada, alta y de piernas delgadas, hacía nudos constantemente con su boca y parecía que su frente se le iba hacia atrás, tal vez oponiéndose a cada cosa que el tenedor hablaba.

Ya sea por su deseo de convencer a los demás o bien por la mala costumbre de esperar que todas las personas nos hagan caso aún en lo más evidente, el tenedor manoteaba con violencia ante la notable contradicción de su amiga y utilizaba una de sus manos de acero para señalar a la cuchara, que permanecía parada negando cada cosa con sus labios.

Sentado y dócil, el cuchillo parecía emocionado mirando a lado y lado de la discusión que cada vez se ponía más acalorada, pues el intolerante tenedor utilizaba ya tres de sus manos de acero invitando a la cuchara a que se pusiera de acuerdo con sus ideas, a lo que esta únicamente se limitaba a negar apretando cada vez más sus labios y hundiendo su boca de una manera por así llamarlo grosera.

El untador de mantequilla en cambio, no parecía interesado en esta efemérides ideológica. Más convencido de su verdad o tal vez aparentando tener opiniones más precisas y refinadas, él, sencillamente decidió dar la espalda. Se remangó una ligera manga roja y sirviéndose de un vaso cercano que le valía de espejo, sacó su engreída lengua y comenzó a acicalarse las manos.

El comensal, sentado en su silla en una postura de noventa grados, comenzó a desinteresarse por el debate, que hace varios minutos había dejado de aportar tesis importantes. Arrepintiéndose de su decisión de postergar su cena para otra noche, se abalanzó contra los cubiertos sin duda alguna. El primero en ser agarrado fue el tenedor, quien por poco alcanza a saltar del comedor. Naturalmente la cuchara fue la segunda, y fue más fácil de tomar, ya que aún se encontraba con los ojos cerrados, negando con la cabeza y su boca apretada, nunca le dio la razón a nadie. Pero el primero en ser comido fue el cándido cuchillo, que no intentó ni siquiera huir, temblando del miedo solo observó cuando el hombre lo succionó y se lo comió de un solo sorbete. Siguió el tenedor, que molestó un poco en la garganta y no fue sencillo de pasar, seguramente por las manos que no dejaba de agitar. La cuchara, que ni aún estando en esa situación tan difícil, se percató de lo sucedido y con sus ojos cerrados y su boca hundida perdió la vida sirviendo con agrado al hombre a pasar al carrasposo tenedor.

Con mucha sed, después de tres bocados fuertes, el hombre observó que el untador de mantequilla seguía lambiéndose las manos frente al vaso. Fue entonces cuando se llevó la sopa al hocico y bebió toda la cantidad del plato en 4 tragos gigantes, se limpió la boca con uno de sus brazos y mirando el reloj de reojo se fue a dormir.

Al apagar la luz de la sala, el untador de mantequilla miró con desprecio hacia el techo, y resignado, soltó un suspiro y se suspendió en un repentino sueño mientras miraba tras la ventana un grueso de nubes oscuras que no le dejaban ver las estrellas.

lunes, 1 de noviembre de 2010


Mi nona Guille.

Crecí viendo a mi abuela torcerle el pescuezo a las gallinas.

Les amarraba de las patas con una pita azul o roja, que guardaba cuando desamarraba los costales que, a hombro, traía del mercado. Las ahorcaba en una reja hasta que dejaran de mover las alas y definitivamente sus ojos dejaran de temblar. Pasaban al lavadero de la casa para el desplume, los baldes se tragaban todo lo que no se podía comer. Plateados eran los platones, morada la sangre y duras las muñecas de mi abuela. Estando desnudas ya, desfilaban al fogón para "quitarle los cañones". Enseguida eran descuartizadas y llevadas al agua hirviendo con las demás hortalizas. Los perros siempre levantaban el hocico y miraban como arrugando las cejas al dolor o sacándole la lengua al instinto. A quien le saliera el corazón era alguien afortunado. Pero mi abuela algunas veces hacía trampa. Mucho después vine a enterarme, de que ella metía el corazón en mi plato. Extraño se me hace ahora, que a mi mamá nunca le disgustó perder.

Mi nona Guillermina no nos dejaba despiertos después de las 8 de la noche ningún día, ni tampoco nos dejaba dormir más de lo necesario, o como la mayoría de veces, no dejaba dormir lo suficiente. Siempre con un sermón sobre su vida en el campo y sobre sus antiguos patriarcas que la hacían voltiar para sembrar lo que se llevaba al estómago. Dicho discurso legitimaba con gran radical jerarquía su chamizo, que tanto temimos mi prima Jenny y yo. Daba terror escucharle la comba a esas ramas sonando contra los pies de alguno de mis primos. Hoy recuerdo con alegría que corríamos con esas patas rojas por toda la casa. Nos cascaba por andar descalzos.

En el patio de esa casa inmensa había cilantro, ahuyama, palos de mango, cocos, mandarina, merey, gallinetas, perros, lombrices rosadas de tierra y perras con nombres masculinos italianos. Mucho después de sus muertes pude enterarme de que Chocholi y Liqui no eran machos sino hembras, algo que seguramente me hizo crecer con alguna distorsión sexual animal. Cuentan rumores familiares que esos nombres caninos fueron el resultado de una comprometida afición de mi tio Julio por el ciclismo. No lo sé, pero en casa de mi nona Guillermina no crecimos rodeados de bibliotecas o grandes conversaciones sobre el arte y el espíritu, pero si crecimos en un ecosistema lingüístico singular, con comida salida de la tierra de nuestro propio patio, el olor a ese mango ácido del que estaba prohibido comer con sal, los picos de botella partidos alrededor de toda la casa para que no se metieran los ladrones, los claraollas en donde se cagaban las palomas y dejaban sombras sobre el piso de tabletas amarillas y vino tinto en donde se podía jugar rayuela todo el día.

La casa de mi nona Guille era una visagra cultural. Se trataba de un refugio de costumbres, alimentos, lenguajes, colores, aromas, texturas y reglas campesinas ocultas para siempre en el casco urbano de la ciudad de Cúcuta, que se fue perdiendo a medida que nuestros primos y yo, que no nacimos en el campo como mi abuela, fuimos al colegio a educarnos. Desde ese entonces las matemáticas de segundo grado nos infundieron más miedo que el Chamizo en las grandes manos de doña Guillermina Ortega. Llegó la buena educación y la magia terminó.

lunes, 25 de octubre de 2010



There she Goes


Cuantas mentiras el cariño soporta esconder?

cuanto olvido la Verdad no deja desaparecer?

cuantos siglos más la moral seguirá siendo cárcel y verdugo?

Los sentimientos son espadas largas que matan al que hiere y liberan hacia el dolor al que no muere.


Que tristeza... a la vida la llega la hora de aceptar que la mentira gobierna.

La Verdad es un paraíso sin orden

¿o es el paraíso un eufemismo del infierno?


Solo el canto entenderá el legado del espíritu
sola, la ciencia del alma
dará testimonio donde ninguna explicación posará limpia
las versiones son enanas
frente a la certeza del silencio...

Hipotético: Si mañana la RAE ordena no llamar al Infierno como tal y en cambio dictamina llamarlo alegría, ¿cuantos revolucionarios nacerían?

sábado, 28 de agosto de 2010


Rodrigo Rodriguez

Rodrigo Rodriguez nunca saludaba. Su margen facético parecía iniciar en una boca difícilmente redondeta vestida con labios lisos, lustrados con un brillo húmedo y arqueada en forma de letra o. Lo acompañaba siempre una mirada tardía que hacía pensar al transeúnte que su cerebro demoraba en procesar las imágenes unos 6 a 9 minutos, es decir, si sientes que te mira, el hasta ahora está pensando en la lonja de pandeyucas de la esquina a sus espaldas. Su pelo es castaño muy claro, acentuado con el incoloro resplandor del desaseo. De piel blanca como una empanada precocida sin freír, con tenues lunares maderosos que aparecían con aleatoriedad. Podría pasar desapercibido si no fuera por su ejército poco ortodoxo de diecisiete perros andrajosos que caminaban como niños peludos o hienas sin tema con mirada humana, intercalándose entre sí el nudo de seguridad interno y externo de la comparsa del gordo que les tiraba con paciencia torpe astillas de hueso sin cartílago. En este péndulo de miradas con disciplina cartesiana y olor a chanfle, se fortalecía un espectro energético oscuro. Si se pudiera ver el suceso con lentes avanzados, se podría dibujar una bola inconstantemente amorfa de moho invisible.

...continuará

martes, 24 de agosto de 2010


A Juan Santaella

En las sillas de atrás de su casa
con el aire dócil de los adornos florales
la tranquilidad de tantas hojas verdes
y con la soberbia energía de las palabras que nunca cesan
se habló de esta historia.

No hay nada que suceda en nuestras vidas que no se haya platicado y discutido en ese lugar.


¿Cuantos cigarros murieron ahí?
no fueron mas ni fueron menos que las ideas que ahí también nacieron

Si ha viejo he de llegar Juan
que hijos míos hablen de su hogar
como la negación de mi muerte temprana
y génesis de mis ideas y emociones.

domingo, 22 de agosto de 2010

Instinto- Desdicha -Emociones

No tengo nada que decir

sólo tengo ganas de golpear

no de escribir

¡De escribir no!

tengo ganas de golpear

y sabiendo mi desdicha

no golpeo

escribo.


Como cuando dan ganas de matar

solo se tiene ganas de matar

y sabiendo la desdicha

no asesino

discutimos.


Que desdicha para el instinto escoger siempre el mejor camino.

la paz es una estupidez

el arte, el corral donde se amansa el infierno,

ya no soporta tanto!


Podrán Apartar al gozoso

y Prohibirán el júbilo

pero el alma siempre termina revolcándose

ya que resulta menos difícil engañar a las matemáticas

que a la condición humana.


Litros de historia dan cuenta de ello

Dios resulta siendo una ofensa

en el imperio de las emociones.