martes, 24 de agosto de 2010


A Juan Santaella

En las sillas de atrás de su casa
con el aire dócil de los adornos florales
la tranquilidad de tantas hojas verdes
y con la soberbia energía de las palabras que nunca cesan
se habló de esta historia.

No hay nada que suceda en nuestras vidas que no se haya platicado y discutido en ese lugar.


¿Cuantos cigarros murieron ahí?
no fueron mas ni fueron menos que las ideas que ahí también nacieron

Si ha viejo he de llegar Juan
que hijos míos hablen de su hogar
como la negación de mi muerte temprana
y génesis de mis ideas y emociones.

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