sábado, 6 de junio de 2009

ARTE, EL ENGAÑO QUE NO VEMOS

Por José Fuentes
6 de junio de 2009

Hagamos lo que los abogados llaman, una acción pauliana. Desenmascaremos el arte, ese contrato con el alma que no se muestra, esa emboscada de la que no se habla y por lo tanto que vicia el resultado. Revelémoslo de inmediato, toda expresión artística está desvirtuada de principio, no por este motivo hay que dejarlo arrinconado sin admirarlo ni cultivarlo. Es más, creo que le da un ingrediente adicional, una textura más sensual.

Hagamos el ejercicio de reiterar que somos seres imperfectos, tal vez imperfectos agravados. La mayoría de nuestras acciones, encaminadas a un ideal, se desvían por ahí. En otras palabras, casi nada nos sale bien (así nadie se de cuenta de esto), por eso tenemos inclinaciones artísticas y nos creemos un sainete de ficciones. Tenemos sed de lentejuelas que no existen, ese cuento de que la realidad supera la ficción, no va con este artículo.

Nuestras inclinaciones a lo bello, a lo artístico no son más que una carreta bien echada de lo que no podemos ser. Por eso la literatura y el arte en general están en todo. Nos los encontramos bajando un ascensor, encendiendo un cigarrillo o en una cena de amistades. No caminamos como nos enseñó el homosapiens, caminamos como nos enseña ciertos comportamientos artísticos, que por su cotidianidad y consensuada repetición se convierten en cultura… bueno está bien, hay una disposición muscular que nos permite caminar en dos pies bla-bla-bla... para no herir susceptibilidades con los “científicos” a lo que a todo le encuentran una explicación detestable o digámoslo en palabras menos bravías, con una óptica más racional, que no deja de ser un occidental amaneramiento de creer en verdades y descubrimientos absolutos, desde luego, absolutos solo para los occidentales. Caminamos, hablamos, comemos, hacemos el amor: ¡es como la cultura nos ordena!

Ejercicios como el de Fidel Castro en Cuba de amarrar la producción artística, como se hizo también en Rusia cuando Stalin impuso medidas de censura en pro de la revolución en donde se dio así mismo la arrogante discrecionalidad “crítica” de denunciar la obra de Stravinski como “música burguesa”, redirigiendo con estos adoctrinamientos una maraña de buenas costumbres entendidas a la fuerza, parece resultar el mas ingenuo intento de los atentados contra el arte y la cultura misma. Una intención de engañar a un fenómeno que se ha encargado de encrucijar la humanidad entera, desde que el primitivo se pintaba así mismo matando mastodontes en una cueva, una película que no se la cree sino alguien que vive en un hueco, lo aplasta la fuerza pura de la naturaleza y lo presiona el hambre.

Aunque en el siglo XX el ser humano, estrictamente hablando, no vivía debajo de las piedras (pero si en cajas de concreto, que hacen recordar la película alemana de Fritz Lang, Metrópolis, en los años 20’s) si tuvo coloridas evidencias de dejarse tentar por esa imaginación a la que acá le estamos dando un sinónimo de engaño y mentira. Batman, Acuaman, Linterna verde, La mujer maravilla (que me parece particularmente especial, pues su primera aparición en 1941 no contaba con el impulso de la revolución femenina en Norteamérica que se dá acabada la segunda guerra mundial, apoyada por una variedad de fenómenos como el hipismo o la aparición de la pastilla anticonceptiva, y porque no con la invención del bikini; una mujer corriendo tapándose los glúteos con una pañoleta con las estrellas de la bandera de los Estados Unidos y con un jet invisible y supersónico no rinde honor estricto a la “verdad establecida”) y Superman , el hombre de acero, el único gringo que con sus propias manos y dotado de una norteamericanidad hormonal aplastó a Hitler enterrándoles los nudillos en la cara…he aquí el engaño, se llama Art Pop.

Gaudí, Calatrava, Rogelio Salmona, expositores de lo que Emmanuel Kant llamó “es una música congelada”, la arquitectura, el vacio donde la creatividad juega a las apuestas con los ingenieros. Un club de mentirosos en donde se la pasan soñando en que domo van a meter a la humanidad.

Atrás no se queda el arte religioso que no desaprovecha oportunidad en valerse de instrumentos para sumergir a sus fieles en un trance pegajoso de irrealidad. Afrodita diosa griega de la belleza y el amor nacida de la espuma del mar, Venus la homóloga de Afrodita en Roma antigua, como nos la da a conocer Botticelli en el renacimiento, impecable y despercudida emergiendo de una ostra que parece una vajilla de acero inoxidable de buffet. Del culto Hindú, Sarasvati con cuatro brazos. En una como con un rosario o camándula, en la otra con un texto y con las otras dos tocando su instrumento de cuerdas, se convierte en una composición femenina en donde se condensa la espiritualidad, el conocimiento escrito, y la creación musical, ¡muy injusto no tener 4 manos!, Laksmi diosa de la buena suerte, con un par de rosas en sus manos, Durga, con la piel nítida como si acabara de nacer con tamaño adulto. Estas tres anteriores todas muy bien maquilladas y peinaditas. Mas por estos lados la mexicanizada virgen de Guadalupe con su manto siempre cubriendo la mitad de su cabello bien compuesto, y la María auxiliadora patrona de los salesianos con corona de oro, cetro, bordaje dorado y pómulos rosados. Solo por citar algunas. En fin, la religión termina siendo una alcahueta de este tipo de masificación del engaño por medio del arte.

Quisiera dejar como reflexión personal que la cultura y el arte no son más que una manera de sublevarse por lo aburrida, pobre y rutinaria que resulta la vida. Todos escribimos, pintamos y creamos música, todos los días para engañar. Parece ser que el arte es una herramienta para superar nuestra detestabilidad constante. No les crean a los artistas, no le crean a nadie, el artista no es más sino un mentiroso que ha perfeccionado su técnica, su habilidad para engañar a todo el mundo, el artista es el mentiroso más estilizado, Hay que tenerle miedo.

Si lo quieren (al artista), quiéranlo a sabiendas de que aman o admiran a un ser humano que detesta la vida, la realidad, a ustedes mismos. Otra vez, Así estos ni siquiera se den cuenta de ello. Si lo aprecian y los siguen, háganlo con la seguridad de que están frente a un personaje que odia con la misma fuerza que con la que ama (que quede demostrado desde luego que odia mucho).

El que aprecia el arte termina siendo un cómplice de los que atacan y quieren destruir la moralidad establecida, el que se detiene ante una pintura de Gauguin o un poema de Pizarnik es porque se trae algo entre manos, trama algo, no lo dudaría, teniendo la posibilidad, de romper con el establecimiento.

A pesar de lo anterior, confieso que confío más en los que debo desconfiar, en los artistas y en quienes tienen afinidades y respetan el arte, pues, tal vez lo que deberíamos dejar claro es que toda nuestra vecindad social tiene más de perversión que de estado social de derecho, ético, conservador de costumbres impecables. Me agrada que el mundo de la gente tenga tendencias a podrirse de vez en cuando. Que se caigan los telones, que se desarme el escenario, que no nos de vergüenza admitirlo. Seamos fuertes y aceptemos las imperfecciones del alma. El arte, como la religión, es un engaño que necesitamos y nos dejamos manipular tan bien de él que ya se nos había olvidado.

2 comentarios:

  1. que buen escrito.

    El artista engaña, si. Por eso se llama artista, porque hace arte, y la palabra arte viene de artificio, de hacer que una cosa parezca otra. De hacer que una tela con un monton de colores encima parezca un paisaje.

    El arte es una escapatoria, no hay duda. Los versos más bellos, las canciones más intimas, los cuadros más secos o derretidos, se hacen en los peores momentos.

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  2. si Angelo, tal vez se me enredaron algunas palabras de Vargas Llosa que no alcancé a incluir en el texto. Aca las dejo "son utopías realizadas, en la literatura, la pintura, la música. atravez de la creacion se alcanza una forma de vida perfecta, de un mundo coherente, de belleza, en el que nada parece faltar ni sobrar, algo que en la realidad no se consigue"

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