domingo, 16 de agosto de 2009

LA LIBERTAD DE UN GIGANTE

Una ininterrumpida cascada carcomal de memoria,
asonante, precisa, mordaz,
tal vez púrpura,
como la lluvia con rabia reventándose sobre lo que se le da la gana.

Un recuerdo que alardea, jacta y grita
como un orador que le saca sangre a las rodillas de la humanidad,
o una puta regada a quien no se le ha remunerado.

Ese envase arrugado enmarañado de zancudos, pegamento y tortas de desgracia,
mi universal historia de murria,
mi mutilada retrospección.

Hoy se rompe el alambre que apretaba la osadía,
como cualquier titán condenado a inmortal sufrimiento,
o un canario suicidándose a cabezazos contra su jaula.

Sale en embestida la criatura,
pesada como una nube gorda,
con el océano entero en su boca sobre una ciudad gris,
como un león arrancándole la piel a una hiena agazapada.
Incontrolable, ciega por la luz que no veía,
¡Con sed!
Desesperada, con más fuerza que la fuerza.
Desgastando con su épico alarido la paciencia del viento.
Y el sonido se desmorona con el paisaje,
como un lienzo mojado
o la cara escupida de un magnate.

Toda la historia del Homo sapiens en su remembranza vital,
desmirriada ante la colosal energía de una pasión individual,
de un gigante que se reveló a su condena de plebeyo mental.

Gloria por siempre a la expresión artística,
la razón ha quedado inválida,
Y no abastece las ambiciones de un soñador.

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